Ticket to ride: El arte de hacer covers o el interprete como autor silencioso





"También podría empezar con la noticia, que oí con asombro y con indiferencia, de que el tribunal militar acusaba de traición al capitán Morris. O con la negación de la astronomía. O con una teoría de esos movimientos, llamados "pases", que se emplean para que aparezcan o desaparezcan los espíritus."


Adolfo Bioy Casares, "La trama celeste" (1948)


En su concepción post-dylanesca tardía, realizar la versión de un tema de otro es inmolarse por fuera de las legitimantes alturas del cantautor autónomo y autosuficiente, renunciar a lo evidente de las influencias para otorgarle al oído desconocedor las mieles de una originalidad cimentada en el pacto de una ignorancia asimétrica. 


Trato y truco, nunca "o". 


Público y artistas, correctamente desdoblados en la necesidad material de la industria del entretenimiento, cuanto más lejos ambos, más plusvalía que aprovechar del fenómeno. Ciclos de retroalimentación solo limitados hacia afuera por el omnipresente aburrimiento y la debida indignación pregnandolo todo en el romántico hábitat de una cultura rocker que ya no lo es tanto. 


En los gestos fundacionales es donde el mercado da sus mejores frutas de laboratorio. Escuchar, por ejemplo, a Sandro realizando una impecable, instrumental sobre todo, versión de "Ticket to ride" de The Beatles es entrar en la neblina de lo  políticamente no correcto por una deliciosamente anacrónica ventana. 


Se pueden imaginar los motivos por el cual la versión se grabó en los albores de algo que los devenires del capricho periodístico llamara "Música Progresiva" primero, "Rock Nacional" después. Las razones comerciales sobraban, beatlemania de por medio todo estaba justificado, el éxito de los uruguayos Shakers (que tambien registraron el tema en su idioma original)  no daban lugar a dudas, el mercado joven seria anglosajón o no sería nada. 


Hasta aquí la justificación, ahora a lo central, el idioma de la letra y su "traducción".


"Boleto para pasear" es a The Beatles como el tango a la milonga, una transmutación, un viraje inadvertido en los planos de la creación para de pronto encontrarse en otro lado similar al del punto de partida pero ligeramente distinto. 

En un cuento llamado "Plan de vuelo", Bioy Casares describe una Buenos Aires sutilmente alterada al que un aviador arriba luego de realizar una forzada maniobra en un avión experimental. 
Eso y quizá no mucho más es esta versión grabada por Sandro y los del Fuego en 1965, un no lugar contenido en fonogramas de lo que sería el Rock en su versión argentina  de allí en más, un sutil engaño en donde el autor no mostrara tan evidentemente el truco para delicia de los que no quieran verlo como tal. 


(Saavedra, CABA, 26/1/2018)


Postdata del 14/5/2019: hoy, al quitarme los auriculares cuando ingresaba al vestíbulo de la oficina, la radio que escuchaban las recepcionista se encontraba transmitiendo la versión de "Ticket to ride" que The Carpenters registro en 1969 en el disco del mismo nombre, es decir "Ticket to ride". Hay una mentira sutil escondida en estos lazos, quizá, como dijo coralmente Bob Dylan a traves de Nick Cave en su disco "Murder ballads"... "just rememeber, the death is not the end"...




The Beatles - Ticket to ride (1965)


Sandro y Los De Fuego - Boleto para pasear (1965)


The Carpenters - Ticket to ride (1969)

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